Ya sabemos que está de moda ver nuevas adaptaciones de los clásicos de Disney, y a pesar de que las historias no ofrecen nada nuevo o atentan con nuestra memoria, el éxito taquillero ha sido evidente. Ahora llega el turno de la princesa de las zapatillas de cristal de la mano del exitoso director de adaptaciones de Shakespeare.
Con un elenco de actores novatos en cine, acompañados de otros con mayor experiencia tenemos una nueva vista a la historia de esta famosa princesa, adentrándonos más a su historia previa y su pasado feliz con su familia, la explicación de la llegada de la madrastra y el inicio de su cruel experiencia como sirvienta de tres mujeres que le hacen la vida imposible.
La ventaja de esta adaptación es que se enfoca más en el aspecto visual sin llegar tanto a los efectos generados por computadora. Tenemos escenarios realistas gracias a un buen trabajo de producción, y unos impresionantes vestuarios que ya deberían hacer ruido para los próximos premios.
En cuanto a las actuaciones, la protagonista James destaca gracias a su naturalidad y agradable presencia, las villanas destacan por su facilidad al humor involuntario y qué decir de Blanchett, quien con su sola presencia levanta la cinta con un personaje que cumple.
No vemos nada nuevo o un giro distinto como en Maleficent, pero vemos una agradable forma de revivir un clásico que se extiende por necesidades narrativas, pero que entretiene y da una buena visión a las nuevas generaciones que no conocen a fondo la cinta de hace 65 años.
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Dirigida por Keneth Branagh (Jack Ryan: Shadow Recruit) y protagonizada por Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Stellan Skarsgård, Holliday Grainger, Derek Jacobi, Ben Chaplin, Sophie McShera, Hayley Atwell y Helena Bonham Carter.
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